Coronavirus: Preparación ante la expansión de la epidemia asiática

En diciembre de 2019, el oftalmólogo Li Wenliang atendió a varios pacientes que parecían tener síntomas de SARS y comentó en una red social china su sorpresa: la enfermedad hacía años que había dejado de ser un problema. Otros médicos se sumaron a la conversación con casos respiratorios en personas que habían concurrido a un mercado de pescado y animales vivos. Pronto, el gobierno amenazó a los profesionales con la cárcel si no hacían silencio. Li firmó un mea culpa y volvió a trabajar al Hospital Central de Wuhan. Allí, el médico chino de 34 años murió el 6 de febrero a causa del virus que él había tratado de advertir. Ahora se sabe que ese coronavirus no era el del SARS -aunque se le parecía mucho- y el mundo se sacude entre barbijos y alertas epidemiológicas. 

El 30 de enero de 2020, con más de 9.700 casos confirmados en China y 106 casos en otros 19 países, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote de Wuhan como una emergencia de salud pública de importancia internacional (ESPII). Hoy los muertos superan los mil, y ya se confirmaron más de una docena de casos en Estados Unidos y Canadá.

Mientras el nuevo coronavirus se disemina de la mano de los viajes aéreos y los cruceros marítimos, los investigadores intentan comprender de dónde vino, cuál es el animal que funciona como su reservorio, cómo tratarlo y por qué tiene una mortalidad mayor en algunos lugares que en otros. Si bien se sabe que este coronavirus se puede transmitir entre humanos en período de incubación (2 a 11 días) con un ritmo de reproducción de aproximadamente R2 (cada infectado transmite el virus a dos personas, aunque hay “superdifusores” que han contagiado a muchos más), todavía hay múltiples incógnitas sobre la nueva enfermedad respiratoria. 

Los coronavirus son un grupo de virus ARN de la familia Coronaviridae que se dividen en 4 géneros: alfa, beta, gamma y delta. En el siglo XXI, han emergido dos coronavirus zoonóticos que causan enfermedades graves en humanos: el coronavirus del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS-CoV) y el coronavirus del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV). El agente etiológico responsable de  los casos de neumonía grave en Wuhan fue identificado como un nuevo betacoronavirus, distinto del SARS y también diferente del MERS, que aún circula por la península arábiga debido a los camellos, su reservorio animal.

Las manifestaciones clínicas del nuevo coronavirus se parecen a un estado gripal: fiebre, tos y dificultad respiratoria. También puede presentarse fatiga, taquipnea, rinorrea u odinofagia. En un porcentaje aún no determinado de los pacientes –algunos hablan del 3%-, el cuadro respiratorio se convierte en crítico, a menudo con neumonía bilateral y falla multiorgánica, lo que conduce a la muerte al 2% de los pacientes confirmados (un porcentaje que probablemente bajará cuando se contabilicen casos leves).

 Según uno de los primeros estudios clínico-epidemiológicos, publicado en The Lancet, los adultos mayores y quienes tienen enfermedades crónicas tienen mayor riesgo de morir por la enfermedad disparada por el nuevo coronavirus. Esto incluye especialmente a los pacientes con antecedentes cardiovasculares y respiratorios. 

La OMS ha publicado una guía provisional para proporcionar orientación sobre qué personas deben ser  evaluadas para la enfermedad que acaba de ser nombrada como “COVID-19” (Coronavirus Disease 2019). Las definiciones de caso sospechoso incluyen dos grupos de personas: 

• Una persona con infección respiratoria aguda severa (IRAG) sin otra etiología que explique completamente la presentación clínica, y un historial de viaje o que haya vivido en China en los 14 días previos al inicio de los síntomas. 

• Una persona con alguna enfermedad respiratoria aguda que, durante 14 días antes del inicio de la enfermedad, tuvo contacto con un caso confirmado o probable de infección con COVID-19, o trabajó o asistió a un centro de atención médica donde fueron tratados pacientes confirmados o probables de COVID-19.

Para tratar la enfermedad, se están probando distintos antivirales, desde el oseltamivir que se utilizó durante la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009 hasta los inhibidores de proteasas que se usan contra el HIV y el remdesivir, que se pensó para el Ebola. Por lo pronto, algunos especialistas recomiendan no usar corticoesteroides para tratar la injuria pulmonar, ya que estos fármacos muchas veces agravan el cuadro.    

Atención, médicos

En China, una cantidad elevada de fallecidos por coronavirus habrían sido médicos o enfermeros que se contagiaron en el ámbito hospitalario, aunque el gobierno sólo reconoce oficialmente tres profesionales muertos. Pero, según se filtró esta semana a la prensa,  más de 500 profesionales estaban infectados a mediados de enero pasado en Wuhan y el silenciamiento parece extenderse cada vez más. Como sea, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda al personal de salud mantener una higiene de las manos antes y después de tocar al paciente; tras tocar los alrededores del paciente; o después del contacto con fluidos corporales.

En la Argentina, el Ministerio de Salud elaboró una guía para profesionales  y reiteró que el riesgo de transmisión del nuevo coronavirus en el país es bajo debido a la temperatura estival y la distancia con el foco del brote. Además, el ministro Ginés González García aseguró que la letalidad del nuevo coronavirus ronda el 2%.

El diagnóstico del nuevo coronavirus se hace actualmente en el Instituto Malbrán, cuyos expertos fueron capacitados por la OPS para aplicar el protocolo mundial de laboratorio de PCR y obtener un resultado rápido.

En cuanto al uso de barbijo en la vida cotidiana, la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) enfatiza que no es preciso que la población lo use. “El uso de barbijo sólo se recomienda para personas que tengan síntomas respiratorios (tos, fiebre, dolor de garganta) y que hayan regresado de China en los últimos 14 días, o que hayan estado en contacto con personas enfermas que hayan regresado de China en los últimos 14 días”, informa la SADI. En cuanto a los médicos en general, SADI sostiene que no es necesario que usen barbijo descartable.  

“Sólo frente a un caso sospechoso que cumpla con la definición de caso se indica aislamiento, lo que significa camisolín, guantes, protección ocular y barbijo quirúrgico para el médico y mascarilla común para el paciente”, explica Omar Sued, presidente de la SADI. “Ante la necesidad de un procedimiento invasivo en un caso altamente sospechoso –por ejemplo, intubación o aspiración traqueal,  hemodinamia- , corresponde que el médico use un barbijo N95”, agrega el infectólogo argentino.   

La OMS insiste en la necesidad de transmitir los mensajes de lavado frecuente de manos con agua y jabón (o con alcohol para manos) y cubrirse con el codo cuando se estornuda o tose. La OMS calculó que se desarrollará una vacuna contra el nuevo coronavirus en unos 18 meses, pero habrá que evaluar qué laboratorio la fabrica en millones y millones de dosis.

Uno de los problemas que empieza a notarse en algunos lugares es la falta de máscaras, barbijos y, se dice,  drogas elaboradas en base a componentes chinos. Como enseñó la pandemia de influenza A (H1N1), el mundo globalizado obliga a tomar medidas para evitar o, al menos, mitigar una epidemia cuya transmisibilidad y severidad todavía están en discusión. La Argentina, asegura el Ministerio de Salud, está preparada para hacerle frente.

Por Alejandra Folgarait

Definición de caso del nuevo coronavirus 

Fuente: Ministerio de Salud de la Nación. Febrero, 2020.

INSCRIBITE A NUESTRO NEWSLETTER

SAC Móvil

¡Descarga nuestra aplicación para navegar nuestro contenido de una manera más fácil y dinámica!